La Estrategia de la ESA 2040, a análisis
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La Estrategia de la ESA 2040, a análisis

Revisión de uno de los documentos claves de cara al Consejo Ministerial de la Agencia Espacial Europea que se celebrará en noviembre en Alemania
El Consejo de la ESA define su estrategia para 2040 y amplia acuerdos internacionales 200325
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Abogado, consultor espacial de Stardust Consulting y vocal de Aedae

Si algo es comúnmente aceptado es la necesidad, en el sector espacial (y extensible al aeroespacial y defensa), de disponer de estrategias a medio y largo plazo. La propia naturaleza de las actividades y sus tiempos de desarrollo tecnológico, las necesidades de inversiones y la conveniencia esencial de aglutinar acuerdos y voluntades políticas, así lo aconsejan.  

La propia Naciones Unidas estableció su Agenda Space 2030; múltiples países disponen de estrategias espaciales nacionales (uno de los objetivos de nuestra Agencia Espacial Española) y documentos como el informe Draghi enlazan directamente con la necesidad de disponer de planteamientos estratégicos a largo plazo que incidan en temas de competitividad y sostenibilidad 

Asimismo, en marzo de 2023, el Alto Representante de la UE efectuó una comunicación al Parlamento Europeo y el Consejo relativa a la Estrategia Espacial de la Unión Europea en materia de seguridad y defensa. 

La estrategia ESA 2040 será uno de los documentos claves de cara al Consejo Ministerial de la Agencia Espacial Europea (ESA) a celebrar en noviembre de este año. Uno de los objetivos que se pretende es reforzar la posición de la ESA en el marco internacional. No es una sorpresa, en los actuales tiempos, discutir el papel de Europa en el contexto internacional en aspectos como el comercio o la defensa. El sector espacial no le va a la zaga y la necesidad de disponer de una industria potente, de garantizar la soberanía en aspectos como el acceso directo al espacio o la realización de actividades más allá de LEO, son fundamentales.   

Todavía se está a la espera de la llamada "Ley espacial europea”, sobre la que se está trabajando, pero de la que no se tienen noticias sobre su aparición; esta norma comunitaria debe tratar temas como la sostenibilidad, el tratamiento de los desechos espaciales, el control de tráfico espacial, etc. Los problemas inherentes a la propia concepción de la norma con relación a las competencias que establece el Tratado de Lisboa y la siempre complicada política interna están lastrando sin duda el trabajo a realizar.  

La estrategia se fundamenta en cinco objetivos claves: La protección del planeta y del clima; la exploración y los descubrimientos; la potenciación de la relevancia de la autonomía europea, el crecimiento de la competitividad y las labores inspiradoras. Obviamente, estas grandes líneas deberán ser concretadas en actuaciones asumibles y dotadas de los suficientes recursos.  

Uno de los elementos claves que se quieren definir es la cooperación internacional: esta cooperación incluye las propias relaciones entre los Estados miembros de la ESA, la Unión y otros estados europeos, organizaciones y empresas.  

Otro de esos elementos es la tantas veces mencionada autonomía, soberanía e independencia de Europa en materia de transporte espacial, acceso al espacio y, no digamos, vuelo tripulado, donde, a la espera de los primeros vuelos tripulados indios, Europa sigue pendiente de ser asistida. La futura proliferación de estaciones espaciales e incluso la Space Gateway y la futura base lunar quedarán, de no cambiar radicalmente el planteamiento, fuera del acceso directo y a expensas de ser transportados y dependiendo de acuerdos con terceros.  

La actual situación geopolítica, en el momento de escribir estas líneas (abril de 2025), no contribuye a establecer un panorama expedito de complicaciones. Si bien muchos y significados países europeos son signatarios de los acuerdos Artemis (que debemos recordar son acuerdos políticos no vinculantes de naturaleza bilateral), no lo son la ESA ni la Unión Europea; la participación de la ESA en el programa Artemis avanza, (a pesar de las voces críticas con el mismo y su diseño actual), pero no hay que obviar las repercusiones que podría tener la actual situación de guerra comercial arancelaria y los movimientos relacionados con la situación de seguridad y defensa en nuestro continente.  

El documento publicado por la ESA, de manera resumida, hace referencia a las actividades espaciales en las que la Agencia europea está involucrada, como son las ciencias espaciales, la observación de la Tierra, la exploración espacial, los sistemas de posicionamiento global, y navegación; la conectividad; el transporte espacial y el tratamiento del segmento terreno. Se pone de manifiesto asimismo que Europa dispone de un ecosistema espacial potente, con numerosas y muy cualificadas empresas y con desarrollos tecnológicos de primer nivel.  

Lanzamiento del satélite Galileo el 5 de diciembre de 2021. Foto Euspa
Lanzamiento del satélite Galileo el 5 de diciembre de 2021. Foto Euspa

Autoridad independiente

Para cada uno de los cinco puntos claves se establecen objetivos, propósitos, acciones estratégicas y desarrollos tecnológicos claves para obtenerlos, creándose un completo road map. Esta compleja estrategia deberá ser implementada por medio de los programas existentes y futuros. De hecho, uno de los conceptos que se abordan es la transformación de la ESA para que tanto las estructuras internas como los métodos de trabajo sean efectivos a la hora de cumplir con estos objetivos.  

A tal efecto, se hace referencia a la figura que se denomina Independent Project Management Authority (IMPA) destinada a proveer una dirección independiente y estratégica de los proyectos, verificando que la Agencia cumpla con los objetivos.  

Asimismo, se va a promover una mejora en los procesos internos, y la optimización en la gestión de los recursos humanos. 

Otro de los elementos claves que también se espera modernizar es el concepto del georetorno y contrataciones. Como bien sabemos, es, simplificadamente, el mecanismo que procura carga de trabajo a las empresas de cada país en proporción a la aportación de cada Estado a la ESA. Se va a trabajar en adaptar estos conceptos a los tiempos actuales. El georetorno ha sido clave en el desarrollo de capacidades espaciales en muchos países, ente ellos España, pero no es menos cierto que es un concepto superado en diversos aspectos y debe ser adaptado a los tiempos actuales.  

De igual manera, la ESA es consciente de que, al margen de las atribuciones clásicas de las agencias espaciales, un elemento clave  a potenciar es la contribución a la comercialización de productos y servicios en una economía de mercado que busca convertir en zonas de desarrollo económico tanto las órbitas terrestres como, en un futuro cercano, el espacio cislunar; las actividades relacionadas con el  New Space y los desarrollos industriales son básicos. 

Especial relevancia va a tener la relación entre la ESA y la Unión Europea a los efectos de coordinar adecuadamente las relaciones entre ambos. La relevancia del sector público en las actividades espaciales europeas es todavía lo suficientemente significativo, versus a la actividad meramente privada, como para que los aspectos institucionales sean muy tenidos en cuenta como motor de desarrollo del sector, y, en consecuencia, la economía en general.  

Resulta muy interesante la aproximación que el ESPI (European Space Policy Institute) realiza sobre el tema en su documento “An initial Perspective on a European Space Strategy 2040; From visión towards Implementation”. 

Se nos pone de manifiesto, a su entender y a la vista de la prevista estrategia, que Europa se queda corta en dos aspectos fundamentales: en el uso de la exploración espacial como catalizador de cara a aumentar el valor añadido de la actividad espacial y en el desarrollo del espacio para la seguridad y defensa. Se debe potenciar mucho más la actividad espacial ya que es, sin duda, el motor para muchos desarrollos, directos e indirectos.  

Director general de la ESA, Josef Aschbacher. Foto ESA.
El director general de la ESA, Josef Aschbacher. Foto ESA.

Seis puntos destacables

Otro tema relevante es la relación del sector espacial con el de la seguridad y

 defensa; ya he hecho referencia a la reciente estrategia de defensa espacial europea, pero es un concepto que va más allá y que debe valorar los ejemplos de colaboración en otras latitudes, que, en todo caso, han servido para potenciar de forma extraordinaria el sector espacial. 

El ESPI establece una serie de puntos a tener en cuenta:  
 

  1. La necesidad de que la estrategia espacial europea sea coherente; dentro de nuestro continente hay diferentes velocidades en la planificación de estrategias nacionales, sin una homogenización de tiempos. Una visión más global solo puede ser positiva. 
  2. Se pone de manifiesto que los aspectos más destacados de las estrategias nacionales inciden en aspectos como la cooperación, la comercialización, el papel de las compañías privadas o la relevancia del sector de la defensa. Esa cooperación va más allá de los contextos de la Unión Europea y la ESA y debe incluir actores como el Reino Unido y Noruega.  
  3. Se debe ser consciente de que la estrategia espacial europea no puede articularse de forma separada a los otros retos que Europa tiene presentes, incluyendo la definición de su propia identidad. Se debe ser ambicioso en este aspecto y se estima que Europa debe aspirar a obtener entre un 15 % y un 25% del mercando espacial global.   
  4. Se subraya la interconectividad entre espacio y seguridad & defensa, apuntando más allá de los aspectos meramente militares y enfocando hacia una estrategia de seguridad económica, protección de infraestructuras críticas, seguridad alimentaria y sobre el agua, etc. Se debe ser consciente del papel relevante de la defensa en el mantenimiento de la paz y la disuasión y en ello las capacidades espaciales son críticas. Del mismo modo, la conexión de la industria con el sector, con el aseguramiento de contratos de larga duración, es esencial.  
  5. El ESPI es consciente de la enorme dimensión económica del sector espacial y sus implicaciones; debe mejorarse la falta de competitividad (algo en lo que ya incidió el informe Draghi), y las estrategias industriales deben impulsarse y coordinarse.  

Es evidente que, si Europa quiere continuar contribuyendo al desarrollo de las actividades espaciales, va a necesitar no solo establecer una estrategia de futuro, sino dotarse de los instrumentos y presupuestos necesarios para que no solo se queden en declaraciones programáticas.  

Estamos siendo testigos de cómo los cambios geopolíticos son rápidos, las alianzas revisables y la necesidad de disponer de soberanía estratégica en el acceso al espacio y en el desarrollo de la economía espacial es indispensable.  

Muchas de las mejoras que se esperan y necesitan en la Tierra están directamente relacionadas con la actividad espacial, la observación de la Tierra y los servicios que desde el espacio se proporcionan a sus habitantes.  

A su vez, los desafíos de la exploración espacial no se agotan en sí mismos, sino que las tecnologías que se han de desarrollar y el factor estimulante de las misiones, sobre todas aquellas que implican presencia humana, son remarcables. La búsqueda de vocaciones en ramas de la ciencia, tecnología, ingenierías, medicina, biología, etc. deben nutrirse del factor incentivador y motivador que el espacio, como ninguna otra realidad, aporta.  

La realidad del desarrollo económico que el sector espacial representa es indudable y las previsiones a medio y largo plazo son optimistas. Sin embargo, deben contar con apoyo institucional como motor y en ese aspecto, Europa debe jugar un papel relevante a los efectos de que no sean otros agentes los que monopolicen el futuro económico de la actividad espacial. Estados Unidos y China tienen muy claro, cada uno a su manera, que el espacio es crítico y que además puede ser fuente de progreso y desarrollo. De Europa depende, no solo participar, sino convertirse en un agente de primer orden y no un mero convidado.  

El rol de la diplomacia espacial, tanto dentro de la ESA y la Unión europea, como entre estas organizaciones y terceras partes, será fundamental; instrumentos como la estrategia 2040 y su esperada concreción en la ministerial de noviembre de 2025 nos darán la verdadera medida del papel que Europa va a querer jugar en el futuro.  



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