La NASA ha decidido apagar dos instrumentos científicos en sondas Voyager con el fin de conservar energía y de prolongar la duración de sus misiones. Los ingenieros de la misión del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la agencia estadounidense apagaron el experimento del subsistema de rayos cósmicos a bordo de la Voyager 1 el pasado 25 de febrero y apagarán el instrumento de partículas cargadas de baja energía de la Voyager 2 el próximo 24 de marzo. Los cambios forman parte de un esfuerzo continuo para gestionar el suministro de energía en las sondas gemelas, que disminuye gradualmente.
Las Voyager 1 y 2 —lanzadas en 1977— dependen de un sistema de energía de radioisótopos que genera electricidad a partir del calor del plutonio en descomposición. Ambas pierden alrededor de cuatro vatios de energía cada año. Sobre este tema, la directora del proyecto Voyager en el JPL, Suzanne Dodd, aseguró: "Si no apagamos un instrumento en cada Voyager ahora, probablemente solo les queden unos pocos meses de energía antes de que tengamos que declarar el fin de la misión”.
Con estos dos instrumentos apagados, las Voyager deberían tener suficiente energía para funcionar durante aproximadamente un año antes de que el equipo tenga que apagar otro instrumento en ambas naves espaciales.
Algunos de los instrumentos, destinados a recopilar datos durante los sobrevuelos planetarios, se apagaron después de que ambas naves espaciales completaran su exploración de los gigantes gaseosos del sistema solar.
50 años en el espacio
Con la implementación de este plan de conservación de energía, los ingenieros creen que las dos sondas podrían tener suficiente electricidad para seguir operando con al menos un instrumento científico hasta la década de 2030. Pero también son conscientes de que las Voyager han estado navegando en el espacio profundo durante 47 años y que desafíos imprevistos podrían acortar ese plazo.
Según informó la NASA, los instrumentos que permanecieron encendidos mucho después del último sobrevuelo planetario fueron aquellos que el equipo científico consideró importantes para estudiar la heliosfera del sistema solar, una burbuja protectora de viento solar y campos magnéticos creada por el Sol, y el espacio interestelar, la región fuera de la heliosfera. La Voyager 1 llegó al borde de la heliosfera y al comienzo del espacio interestelar en 2012 ; la Voyager 2 llegó al límite en 2018. Ninguna otra nave espacial hecha por el hombre ha operado en el espacio interestelar.
Por su parte, Patrick Koehn, científico del programa Voyager en la sede de la NASA en Washington, refirió: “Las sondas Voyager han superado con creces su misión original de estudiar los planetas exteriores”. Y añadió: "Cada bit de datos adicionales que hemos recopilado desde entonces no solo es un valioso aporte científico para la heliofísica, sino también un testimonio de la ingeniería ejemplar que se ha empleado en las Voyager, que comenzó hace casi 50 años y continúa hasta el día de hoy”.
La Voyager 1 y la Voyager 2 siguen siendo los objetos artificiales más distantes jamás construidos. La Voyager 1 está a más de 25.000 millones de kilómetros de distancia, mientras que la Voyager 2 está a más de 21.000 millones de kilómetros de la Tierra.