El Instituto de Aeronáutica y Espacio de Brasil (IAE) y la Agencia Espacial Alemana (DLR) tienen contemplado, fruto de una asociación binacional, el lanzamiento del cohete VS-50 para 2024. El país sudamericano ha sido responsable del desarrollo del sistema de navegación de apoyo y de los motores S50 y S44; además de la infraestructura de lanzamiento, la seguridad del vuelo y de gestionar la documentación del proyecto. Los europeos, por su parte, estuvieron a cargo del desarrollo y la cualificación de los demás sistemas.
El vuelo será suborbital, a unos 100 kilómetros por sobre el nivel del mar, y servirá para realizar experimentos en microgravedad que no han sido detallados. Los datos generados, por ejemplo si el cohete y su carga útil completan la misión, podrían validar la construcción del Vehículo Lanzador de Microsatélites(VLM-1), que en teoría utilizaría el mismo tipo de motor que el VS-50.
Una amarga realidad para el Programa Espacial Brasileño, ya que el VLM-1 supone un descenso en prestaciones de vuelo, autonomía y carga útil respecto al difunto proyecto VLS, el cohete multietapa que explotó en su torre de integración/lanzamiento en el Centro Espacial de Alcântara, en Maranhão, el 22 de agosto de 2003, causando la muerte de más de 20 científicos, técnicos e ingenieros.
20 años después, la IAE y el Programa Espacial Brasileño acumulan muchos y variados retrasos, deficiencias de gestión, dificultades en la adquisición de elementos tecnológicamente controlados y un enorme déficit de inversión. Especialmente por parte del Estado brasileño, que no dota a la Fuerza Aérea Brasileña, institución clave en este dispositivo, de recursos adecuados y de una previsibilidad presupuestaria acorde con las necesidades del sector.
El hecho innegable, evidente incluso para los neófitos, es que Brasil se ha quedado atrás en el desarrollo de un programa espacial mantenido por el Estado, hasta el punto de verse obligado a pagar por un lugar para lanzar un satélite brasileño utilizando un cohete indio.