Investigadores españoles analizan restos biológicos ancestrales para estudiar la vida en Marte
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Investigadores españoles analizan restos biológicos ancestrales para estudiar la vida en Marte

El Centro de Astrobiología ha utilizado péptidos para analizar su unión a los minerales que hay en el planeta rojo
NASA Marte Ingenuity
Vista de Marte desde el helicóptero Ingenuity. Firma: NASA
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Una investigación del Centro de Astrobiología (CAB), INTA-CSIC, propone analizar restos biológicos ancestrales para estudiar la vida en Marte. En concreto, se trata de la detección de péptidos seleccionados y conservados a lo largo de la evolución como biomarcadores y utilizar los anticuerpos generados en fragmentos de proteínas para analizar su unión a los minerales que hay en el planeta rojo. El trabajo, disponible en inglés aquí, ha sido publicado en la revista Analytical Chemistry de la American Chemical Society.

Según detallan los investigadores, los denominados “péptidos ancestrales”, son trocitos de las proteínas actuales que, dada su importancia funcional o estructural, han sido seleccionados y conservados a lo largo de la evolución de la vida desde la primera célula hasta la actualidad. Responden a la máxima de “si funciona, quédatelo y lo mejoras”. Estos péptidos también habrían sido cruciales en el origen de la vida por su papel de unión a otras moléculas, y su capacidad de generar nuevas funciones químicas o estructuras nuevas. Si dichas estructuras fueron esenciales para la vida en la Tierra, también podrían haberlo sido en una posible vida en Marte, cuando ambos planetas presentaron condiciones geoquímicas y de habitabilidad similares.

Una propiedad importante de los péptidos es que tienen un plegamiento propio (estructura en el espacio), y muy a menudo es independientemente de su composición (secuencia de aminoácidos). Es decir, distintas secuencias de aminoácidos pueden mostrar la misma estructura tridimensional en un medio acuoso. Así, es posible detectar una estructura muy conservada sin tener que abarcar la gran diversidad de secuencias de aminoácidos que podrían formarla. El primer autor del trabajo, Pedro Mustieles, hace una comparación: "Igual que reconoceríamos cualquier castillo de naipes por su forma piramidal independientemente del tipo y el orden de las cartas que lo estructuran".

Demostración

Los responsables lograron demostrar que algunos de los anticuerpos reconocen la forma o estructura tridimensional del péptido, no la secuencia específica de aminoácidos, lo cual, junto con su carácter ancestral, les convierte en biomarcadores idóneos para la búsqueda de restos bioquímicos de vida. El investigador principal, Víctor Parro, explica que "estos anticuerpos forman parte de la colección del Life Detector Chip (LDChip), un biosensor con más de 200 anticuerpos desarrollado en el Centro de Astrobiología y que es el 'corazón' sensor del instrumento Solid (Signs of Life Detector) también desarrollado en el CAB para la búsqueda de vida en exploración planetaria, ya sea de forma remota o con muestras traídas en futuras misiones de retorno a la Tierra".

Además, la unión estable de estos péptidos con algunos minerales podría facilitar su detección, puesto que al ocupar la superficie de la partícula mineral mejora su exposición, el número de péptidos diana, y la accesibilidad de los anticuerpos. Adicionalmente la misma asociación al mineral les conferiría una protección frente a factores físicos externos, como la radiación que azota la superficie de Marte. Así, ese tipo de asociaciones podrían ser indispensables para la detección de una posible vida marciana ya extinta, cuyos biomarcadores tendrían que conservarse inalterados.



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