La conquista espacial va atada a la política
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La conquista espacial va atada a la política

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Martín Pallares / El Comercio / Quito.-

Llegar al espacio sideral puede ser un mensaje más poderoso para las personas, incluso más que las soluciones a sus problemas terrenales. Es por ello que los esfuerzos por llegar al espacio y conquistarlo han estado impulsados más por razones políticas antes que científicas o tecnológicas.

Material recientemente desclasificado de la administración Kennedy de la Casa Blanca revela que tras la llegada del hombre a la Luna hubo más motivaciones de propaganda política que de desarrollo científico.

En efecto, una grabación desclasificada en 2012 y que reposaba en la biblioteca John F. Kennedy ha destapado una reveladora conversación de noviembre 21 de 1962. El diálogo es entre el entonces presidente Kennedy y el administrador de la NASA, James Webb.

La conversación revela a un presidente que pensaba que colocar a un hombre en la Luna debía ser la prioridad para el país y un jefe de la NASA que consideraba que no. Las razones de la política en contra de las razones de la ciencia.

La conversación tenía lugar en un mundo marcado por la llamada Guerra Fría, que enfrentaba a un modelo político capitalista liderado por los EE.UU. y otro comunista representado por la ahora extinta Unión Soviética.

Hasta ese día, los soviéticos habían sido más exitosos en las operaciones espaciales y, con ello, la imagen de que el modelo comunista era superior al capitalista recorría el mundo.

Como asegura el ruso Boris Chertok, quien fue la figura más importante del programa espacial la ex URSS, en su libro 'Rockets and people', los soviéticos habían sido mucho más exitosos en la promoción de sus éxito espaciales, que los estadounidenses en sus adelantos militares.

"Nuestros cosmonautas, que visitaron varios países y nuestra propaganda demostraban las ventajas del sistema soviético", dice Chertok, quien tuvo que esperar hasta el colapso de la URSS para hacer su relato sobre el programa espacial soviético.

Kennedy estaba angustiado por dos logros que habían tenido los soviéticos: la colocación del Sputnik, el primer satélite, alrededor de la Tierra y a Yuri Gagarin como el primer humano en girar alrededor de la Tierra. Además, los soviéticos aseguraban que habían llegado a la Luna con una expedición no tripulada llamada Luna 2.

Pero, ¿funcionaba la propaganda? El periodista digital de The Atlantic, Álex Madrigal, se hacía esta pregunta cuando se cumplían los 50 años del famoso discurso de Kennedy "Escogimos ir a la Luna". Según evidencias encontradas por Madrigal, la expedición a la Luna nunca fue popular entre científicos, ni siquiera entre los ciudadanos que decían que los EE.UU. tenía otras prioridades.

Sin embargo, el efecto que tuvo la transmisión del hecho fue fenomenal. "Incluso nuestra racionalidad hacía que pensáramos que fue mejor gastar ese dinero en el viaje a la Luna que en infraestructura urbana o en investigación sobre el cáncer. Los estadounidenses quizá no apoyaron el programa espacial en la vida real, pero amaron al que vieron en televisión".

La historia no parece cambiar mucho 40 años más tarde. Ahora que EE.UU. y la Unión Soviética ya no tienen una rivalidad política el escenario de la carrera espacial se ha trasladado a Asia, donde emergen nuevas potencias como China, India, Rusia y las dos Coreas. ¿También es un asunto político? John Logsdon, experto en el tema por la Universidad George Washington, piensa que sí. En una entrevista publicada en la revista Wired, en enero de este año, afirmaba que las potencias emergentes necesitan ser observadas por los otros. Es un asunto de orgullo nacional y prestigio, sostiene. "La presencia humana en el espacio es vital para ser un país con liderazgo. Eso no se lo hace por ninguna razón práctica", decía Logsdon.

A la carrera espacial de Asia hay que añadir lo que ocurre con la posibilidad de que países sin desarrollo científico, personas particulares y hasta colegios como uno de San José, California, traten de arrimarse al creciente fenómeno de los llamados nano satélites, cuyo costo para ponerlos en órbita va desde los USD 10 000.

La emoción colectiva que produce llegar al espacio explica el fenómeno de orgullo nacional que desató el lanzamiento del nano satélite ecuatoriano Pegaso y el repudio hacia quienes vieron en ese hecho una estrategia de propaganda política más, antes que un hito del desarrollo tecnológico del país. Desde los años 50, el espacio parece ser más un escenario de competición política que de investigación. Por eso hay tanta polémica. http://www.elcomercio.com/politica/conquista-espacial-atada-politica-llegada-Hombre-Luna-Kennedy-NASA-Guerra-Fria-EE-UU-sovieticos_0_913108778.html.



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