El Centro de Comunicaciones del Espacio Profundo (MDSCC) de la NASA en Robledo de Chavela (Madrid) contará con dos nuevas antenas de 34 metros de diámetro que estarán operativas en 2019 y 2020. Este miércoles las autoridades de la NASA y del INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial), que opera el centro a través de ISDEFE, pondrán la primera piedra de dichas antenas. En el acto además se descubrirá una placa conmemorativa del 50º aniversario de la apertura del centro.
La estación de Robledo de Chavela -integrada en la Red del Espacio Profundo (DSN) de la NASA, el sistema de telecomunicaciones más grande y sensible del mundo- dispone actualmente de seis antenas, si bien una no está operativa y otra se utiliza como radiotelescopio dentro de un proyecto educativo.
Cuando comiencen a funcionar las dos nuevas antenas que ahora empiezan a construirse, este centro contará con seis antenas operativas: cuatro de 34 metros de diámetro del tipo BWG, una de 34 metros del tipo HEF y la actual de 70 metros de diámetro. Las cuatro antenas de 34 metros combinarán su señal para proporcionan las mismas prestaciones que la de 70 metros y permitirán tener redundancia sobre ella.
Recientemente, los gobiernos de España y Estados Unidos han prorrogado por diez años el acuerdo de colaboración científica que mantienen desde mediados de los años 60. En concreto, el convenio arrancó en 1964 con la firma del primer acuerdo con entre la NASA y España, a través del INTA. A partir de entonces, se empezó a construir la estación de Robledo de Chavela que entró en funcionamiento en julio del 1965, a tiempo de participar en el seguimiento de la misión Mariner IV, que sobrevoló Marte y logró las primeras fotos de su superficie no obtenidas por telescopio.
En un principio estaba dirigida por personal americano, al igual que las estaciones vecinas de Cebreros y Fresnedillas, pero en pocos años pasaron a estar gestionadas por una plantilla español. En estos 50 años de funcionamiento, el complejo ha sido clave en el seguimiento de las misiones de exploración del sistema solar. Desde las misiones tripuladas Apollo a la Luna en los años 60 y 70, hasta la reciente misión de la nave New Horizons en su llegada a Plutón, pasando por todas las misiones de exploración a Marte.
Otras misiones importantes de estos años fueron las Pioneer 10 y 11, dos sondas ligeras que cruzaron el Cinturón de Asteroides entre Marte y Júpiter, y se acercaron a Júpiter. La Pioneer 11 continuó hacia Saturno. La Pioneer 10 siguió enviando señales después de concluir oficialmente su misión. Mas tarde, llegaron las Voyager, herederas de la serie Mariner, que aprovechararon un alineamiento singular, a finales de los 70, de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, una conjunción que no se repetirá hasta mediados del siglo XXII.
Las Voyager 1 y 2 se han alejado más de 10.000 millones de kilómetros de la Tierra y han abandonado el Sistema Solar. Nada construido por el hombre ha llegado tan lejos y, de momento, los centros de la NASA continúan manteniendo el contacto. Las órdenes desde la Tierra tardan catorce horas en llegar, viajando a la velocidad de la luz.
Misiones a Marte
En las instalaciones de Robledo también monitorizan misiones más recientes a Marte para encontrar agua, como la Odyssey (2001), la Opportunity y la Spirit (2003), la MRO (2005), la Phoenix (2008), la MSL (2011) o la Maven (2013). Ahora mismo, se trabaja en futuros lanzamientos, como el de la misión ExoMars en 2016 y 2018 o la MarsSampleReturn, prevista para 2020.
Como dice José Manuel Urech en su libro 'Estaciones de la NASA cerca de Madrid: 45 años de historia (1963-2008)', el personal de estas estaciones "ha tenido la inolvidable sensación de estar participando en una de las más importantes páginas de la exploración espacial".
La Estación de Robledo de Chavela tiene una orografía muy favorable, con un horizonte Este-Oeste sin obstáculos, lo que permite el seguimiento de las sondas espaciales en el plano de la eclíptica, además de estar protegido contra interferencias radioeléctricas perjudiciales. Sus más de cien empleados trabajan en 29 edificios, repartidos en una superficie de cincuenta hectáreas.
En este centro se exhibe una muestra lunar entregada por la NASA al INTA. Se trata de una porción de la roca basáltica traída de la Luna por los astronautas del Apolo 15, Scott, Irwin y Warden. Aquella roca, de una antigüedad de más de tres mil millones de años, fue el fragmento lunar más grande transportado a la Tierra en su época.
Foto: NASA