Un español está liderando un proyecto internacional para que estudiantes de secundaria puedan lanzar picosatélites (PocketQubes en inglés) a 400 kilómetros de altura hacia la órbita polar LEO. La primera vez que Jorge Onsulve, licenciado en Humanidades y Máster en Egiptología, escuchó la propuesta pensó que era "una locura". Sin embargo, fue masticando la posibilidad a medida que conversaba con su ideólogo, el CEO de la empresa argentina Innova Space, Alejandro Cordero, a raíz de una entrevista en el podcast La fábrica de la Ciencia.
Onsulve comenzó a mover el tema en algunas escuelas de Cataluña y, desde esa tierra, cuenta a Infoespacial.com que esperaba "cuatro o cinco alumnos", pero que se ha sorprendido porque ya son más de 50 interesados de 14 institutos de toda España y también en otras latitudes: a falta de algunas confirmaciones, tiene gente apuntada en Portugal, Chile, Argentina, Colombia y Egipto.
Imagen oficial del proyecto. Firma: PocketQube Space Project
Si bien sabe que es difícil, Onsulve comenta que el PocketQube Space Project "es el proyecto de mi vida". El viernes pasado tuvieron una reunión para ver los distintos avances que ha tenido cada equipo en un contexto donde la coordinación es clave. Lo primero es que elijan las funciones de su satélite y el nombre propio que va a tener.
Hablando en plata, el coste total estaría ente los 50.000 y los 80.000 euros. Por ello, un elemento fundamental es la opción de conseguir subvenciones con diferentes instituciones. Ya hay coordinaciones con la Escuela de Ingeniería de Telecomunicación y Aeroespacial de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) en Casteldefells y se ha tanteado el interés de algunas empresas privadas para ser parte de la iniciativa.
Modelos de inspiración para el desarollo del picosatélite. Firma: PocketQube Space Project
Las fases del proyecto
En concreto, lo que los alumnos deben hacer es diseñar, programar, probar y poner en órbita satélites de la modalidad PocketQube, con dimensiones más pequeñas que 1U (10x10x10 centímetros). Generalmente, el cubo tiene una masa inferior a los 250 gramos y con componentes comerciales listos para usar para su electrónica.
Para lograr el cometido, deben pasar una serie de fases. La primera, como ya se mencionó y lo que todos deberían estar por cumplir, es definir el nombre propio de cada proyecto y las funciones de su satélite. Control de incendios, detección de plásticos en la superficie de los océanos y control del ganado en zonas agrícolas son parte de algunas ideas que han surgido.
Luego, viene la segunda fase: pruebas, tanto en laboratorio como en taller, y la impresión en 3D, lo que debería durar un par de trimestres. La tercera debe ser la comunicación a larga distancia. Por un lado horizontal, con ensayos en montaña a una altura que oscila entre los 500 y los 1.000 metros a una distancia aproximada de 40 kilómetros, y en vertical con globos de helio que se eleven entre 25.000 o 30.000 metros.
Firma: PocketQube Space Project
La cuarta tarea sería enviar los ingenios a un centro que certifique que las cargas útiles son "óptimas". La quinta sería lo más complejo de conseguir: el lanzamiento y puesta en órbita. Onsulve comenta que necesitarían un cohete tipo Falcon 9 de SpaceX y la idea más lógica sería viajar de "pasajero" en proyectos más grandes. En un baño de realidad reconoce que es "inviable" pensar en 14 lanzamientos y que deberían ser tres o cuatro, donde cada uno tenga una cantidad parecida de cargas útiles. Lo último sería la presentación de las memorias de cada proyecto y alumno, tanto a la comunidad científica como a sus respectivos entornos.