El Ejército del Aire acaba de cambiar su nombre para incorporar el Espacio, un dominio cada vez más decisivo en las operaciones militares. Para conocer mejor qué capacidades tiene la Fuerza Aérea en este ámbito estratégico para las Fuerzas Armadas, Infodefensa.com entra en el búnker de la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), donde está el Centro de Operaciones de Vigilancia Espacial (COVE), unidad creada hace poco más de tres años.
En el interior de estas instalaciones, con un alto nivel de seguridad, una veintena de militares vigilan día y noche el espacio, en concreto, las órbitas bajas -entre 200 km y 2.000 km de altura-, gracias a las imágenes que llegan en tiempo real de un potente radar situado en la base aérea de Morón de la Frontera (Sevilla). Al frente de la unidad está el comandante Rafael González Cámara. En una extensa entrevista -dividida en dos partes- detalla las misiones de este centro y los desafíos de la unidad que dirige.
¿Qué misiones desempeña el COVE?
La misión de este centro es proporcionar conocimiento de la situación espacial en beneficio de las operaciones de las Fuerzas Armadas. Para ello, hay que contar con la capacidad de vigilar el espacio y otras capacidades accesorias que nos permiten dar servicios productos y servicios ya elaborados y de uso final al resto de mandos componentes para que puedan llevar a cabo el planeamiento y ejecución de sus operaciones, contando con esta información que hoy en día es básica para conducir con éxito cualquier tipo de operación militar.
Es decir, no solo están al servicio del Ejército del Aire.
El COVE es una unidad orgánica del Ejército del Aire, pero que tiene una dependencia a través de la cadena operativa que llega al jefe del Estado Mayor de la Defensa, a través del Mando de Operaciones.
¿Con qué medios cuentan para vigilar el espacio?
Para vigilar el espacio hace falta, en primer lugar, una serie de sensores, dependiendo del régimen orbital se utiliza un tipo de sensor u otro. Para órbitas bajas hasta unos 2.000 kilómetros de altura se usan radares, aunque hay algunos telescopios con capacidad de vigilar en ese rango. Y para órbitas medias y altas desde los 2.000 kilómetros hasta el cinturón geoestacionario lo que se emplean son telescopios. Con estos sensores se recaban observaciones en bruto y después mediante herramientas software y equipos hardware del centro se transforman en productos.
Uno de estos sensores es el radar situado en la base de Morón.
Sí, el radar de vigilancia de Morón denominado por sus siglas en inglés S3TSR (Spanish Space Surveillance and Tracking Space Radar) es un radar de tipo cuasi monoestático, es decir, son dos antenas que no están en la misma ubicación, pero que la distancia entre ellas está muy próxima, 50 metros aproximadamente, que opera en banda L y que es capaz de detectar blancos, en este caso objetivos espaciales que atraviesan su campo de visión, entre los 200 y los 2.000 kilómetros de altura. Con este radar, lo que se vigila precisamente son la órbitas bajas que desde el punto de vista militar podría decirse que son las más interesantes.
¿Qué área vigila?
El radar tiene una orientación sur y una elevación optimizada para captar el mayor número de objetos que atraviesan su campo de visión. Hay que tener en cuenta que los objetos que orbitan la tierra en órbita baja o LEO pasan una o dos veces al día a través de ese campo de visión. Es un radar de vigilancia no de seguimiento, es decir, la orientación es fija y va captando todos los objetivos que atraviesan ese campo de visión. Por contrapartida, un radar de tracking o seguimiento sigue un objeto concreto con una antena orientable, lo que permite tener datos más concretos de un objeto u orientar el haz del radar hacia direcciones que no son fijas.
¿Qué retos tiene la unidad?
El jefe del Estado Mayor del Aire declaró la capacidad operativa inicial en julio de 2021 y nuestro siguiente hito es llegar a la capacidad operativa final en verano de 2023. Para alcanzar ese hito se necesitan una serie de recursos que irán llegando conforme se prioricen las necesidades. En nuestro caso, los recursos tienen que ver con las infraestructuras y con el sistema de operación de la unidad. Trabajamos con una serie de software y hardware que tienen que ser mejorados en cierto grado y dotado de capacidades que ahora mismo no tenemos para dar respuesta a las necesidades que la capacidad operativa final demanda.
Dos puntos clave, por tanto, son la mejora de las instalaciones y el software
Estamos actualmente en una pequeña parte de las instalaciones del Grupo Central de Mando y Control del Ejército del Aire, pero la intención es trasladar parte de la unidad a un edificio que hay que adecuar en primer lugar y además hay que hacer una serie de mejoras en las infraestructuras de la base aérea de Morón puesto que el radar por la vía del programa nacional va a ser mejorado, lo que conlleva incrementos en consumo eléctrico y extensión del campo de antenas que van a demandar recursos.
El plan también es mejorar el radar.
Sí, el radar ya está en el proceso de su primera mejora, pero hay también otras etapas posteriores para las que existe un planeamiento, coordinado con el CDTI del Ministerio de Ciencia, entidad civil que capta los fondos de la UE y de la Agencia Espacial Europea destinados a la mejora de las prestaciones del radar. El radar puede ver o detectar una lavadora a 1.000 kilómetros de altura y con las mejoras esa precisión y resolución se incrementaría un 400% aproximadamente.
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