El satélite de alto rendimiento Intelsat 33e se ha desintegrado en su órbita geoestacionaria (GEO), perdiendo energía e interrumpiendo los servicios de comunicaciones que prestaba para clientes en Europa, África y zonas de Asia Pacífico.
Intelsat dijo en un comunicado de prensa que el incidente se produjo el 19 de octubre y que estaba trabajando con Boeing, el fabricante de la plataforma espacial, para abordar las causas de la anomalía que estaban siendo investigadas. También estaba en contacto con agencias gubernamentales para paliar las posibles consecuencias.
Un portavoz de Intelsat, citado por Space News, dijo que el satélite, lanzado en 2016, no estaba asegurado en el momento del problema.
La Fuerzas Espaciales de Estados Unidos (S4S) informaron de que estaban rastreando alrededor de 20 fragmentos asociados con la nave espacial destruida. “El análisis está en curso. S4S no ha observado amenazas inmediatas”, decía una alerta publicada en SpaceTrack, la plataforma de seguimiento espacial del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Douglas Hendrix, director ejecutivo de ExoAnalytic Solutions, dijo que su compañía de seguimiento espacial había identificado, ya el 21 de octubre, 57 fragmentos vinculados con la desintegración. "Estamos advirtiendo a los operadores sobre cualquier nave espacial que creamos que está en riesgo de colisión", subrayó Hendrix.
La empresa Spaceflux, con sede en el Reino Unido, tomó imágenes de la desintegración del Intelsat 33e. En ellas se ven varios fragmentos y dos satélites, el WGS 10 (USA 291) y el Ovzon-319, identificados como 44071 y 58698.
Fragmentos del satélite Intelsat 33e y los satélites identificados como 58698 y 44071. Firma: Spaceflux.
Según Spaceflux, es poco probable que ambos corran peligro de ser alcanzados por los restos. "El problema es que hay mucha incertidumbre en relación con las órbitas de estos fragmentos en este momento", dijo la portavoz de Spaceflux, Viktoria Urban. "Pueden ser potencialmente peligrosos para otros satélites, pero aún no lo sabemos"