El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el presidente de EEUU, Donald Trump, han llegado a un acuerdo para “la explotación comercial del centro espacial de Alcántara”, tal y como ha anunciado el brasileño. El nuevo acuerdo, que modifica al del año 2000, incluye una cláusula que establece puede perjudicar en el desarrollo autónomo del programa espacial brasileño.
Los presidentes firmarán el convenio en el encuentro que tendrán en la Casa Blanca, en Washington, el próximo día 19. El acuerdo durará un año y podrá ser revisado. Las negociaciones se concluyen y el acuerdo pasa por una revisión de traducción de los dos lados y el último análisis jurídico.
El tema acuerdo de salvaguardias tecnológicas (AST) sobre el centro de lanzamiento de Alcántara (CLA) ya se debatió por los dos países en el año 2000, cuando el entonces presidente Fernando Henrique Cardoso firmó el acuerdo, rechazado tras el Congreso Nacional Brasileño. Los parlamentarios brasileños alegaron en el año 2000 que el AST hería a la soberanía nacional. Y es que el acuerdo de salvaguardias tecnológicas prevé la protección de contenido con tecnología estadounidense usada en el lanzamiento de cohetes y misiles desde la base de Alcántara.
El embajador de Brasil en EEUU, Sérgio Amaral, ha indicado sobre el nuevo texto que "las negociaciones redujeron la injerencia estadounidense en Brasil y atendieron, de esa forma, críticas levantadas anteriormente por el Congreso. Esa negociación cierra casi 20 años tratando de operar desde la base de Alcántara cohetes lanzadores de mayor capacidad y de mayor tamaño utilizados comercialmente en el lanzamiento de satélites".
Actualmente, el 80% del mercado espacial utiliza tecnología americana y, por lo tanto, la ausencia de un acuerdo de protección limita el uso de la base brasileña. El texto también es un acuerdo de no proliferación de tecnologías de uso dual cuando las tecnologías pueden ser usadas tanto para fines civiles como militares, en el caso del lanzamiento de cohetes que pueden convertirse en misiles.
Además de los recursos, el embajador ha afirmado que el acuerdo “abre puertas a una serie de alianzas empresariales en el sector y coloca al país con más fuerza en el debate sobre cooperación espacial. No se trata de una simple revisión de lenguaje o redacción del acuerdo de 2000. Es un nuevo acuerdo, que incorpora cláusulas de otros acuerdos como el de la India y el de Nueva Zelanda, y sobre todo tuvo por objetivo atender las críticas hechas en el Congreso Nacional y que llevaron al rechazo del acuerdo de 2000”.
Por otro lado, Amaral ha añadido que "el nuevo acuerdo no prevé, por ejemplo, la segregación de un área en la base de Alcántara, sino la restricción de acceso. No es sólo cambio de lenguaje, tiene un sentido claro. La segregación es un concepto espacial, como si existiera un pedazo del territorio cedido al gobierno estadounidense. Tendremos en Alcántara un espacio para protección de tecnología estadounidense, pero sigue siendo espacio de jurisdicción brasileña. No es cesión de territorio para nadie, es un espacio que se ha transformado en área de acceso restringido".
La entrada está restringida a personas acreditadas por los dos gobiernos o consulta por el gobierno estadounidense al brasileño. "Son cuestiones que reducen sustancialmente el carácter unilateral, el carácter intrusivo de EEUU. Los estadounidenses tendrán acceso al espacio en que estará esa tecnología, pero eso no quiere decir que no tendremos ninguna evaluación sobre las personas que entran, todo será decidido de común acuerdo”, ha explicado Amaral.
También hubo reducción de la injerencia exclusiva americana desde el transporte hasta la guardia y el uso de la tecnología. El alcance del acuerdo también quedó más restringido. Antes, la previsión era de protección de toda tecnología usada. Ahora, está limitada a misiles, cohetes, artefactos y satélites sólo cuando tienen tecnología o equipamientos estadounidenses.
Una de las cuestiones controvertidas en la discusión sobre el acuerdo es en relación al uso de recursos obtenidos de la explotación comercial del lanzamiento de satélites. Los recursos podrán ser usados en cualquier etapa del programa espacial brasileño, pero no en el desarrollo de vehículo lanzador.
Según Amaral, esto se debe a que “parte de la política de no proliferación y de la legislación estadounidense prohíbe a EEUU de entrar en acuerdos en los que, de una u otra manera, promueva transferencia, desarrollo de tecnología o financiamiento del desarrollo de cohetes lanzadores. Para él, sin embargo, la cláusula es inocua, porque nada impide que toda la receta obtenida financie el programa espacial brasileño y el tesoro nacional arque sólo con el desarrollo de cohetes lanzadores”.