La carrera espacial iraní
Perspectivas >

La carrera espacial iraní

|

Por David Corral Hernández / Revista Española de Defensa. Madrid.-

En un gesto de apertura poco habitual las autoridades de Teherán permitieron hace unas semanas la visita de periodistas extranjeros a uno de sus centros tecnológicos punteros, el de Alborz, unas instalaciones desde las que se controlan las actividades espaciales del país o se recogen, para su uso, las señales disponibles de aquellos satélites abiertos para la comunidad científica internacional.

Fue una demostración de la autosuficiencia tecnológica y de las capacidades locales en materia espacial, tanto para el orgullo nacional como para el interés ajeno. Además coincidió con los Diez Días del Amanecer que marcan y celebran cada aniversario de la Revolución Islámica. Entre los actos centrales estuvo el lanzamiento del Navid-e-Elm va Sana’t (Promesa de la Ciencia y de la Industria), un satélite de observación diseñado, construido y lanzado íntegramente por Irán a pesar de las severas sanciones internacionales.

Pero aunque los éxitos espaciales son muy publicitados por el régimen del conservador Mahmud Ahmadineyad, no lo son tanto los resultados de estas misiones ni los objetivos a largo plazo que se proponen. Frente a las preocupaciones en Occidente por sus posibles aplicaciones militares el presidente iraní declara en reiteradas ocasiones que esta carrera espacial lleva aparejada dos mensajes, uno de "paz y solidaridad", y otro de resistencia y victoria dirigido a las sanciones internacionales, el aislamiento y las presiones exteriores.

VETERANO EN EL ESPACIO

El programa espacial iraní no es nuevo ni una idea del presidente Ahmadineyad. Al igual que su programa nuclear, fue la administración de los Sha la que dio los primeros pasos. En 1959 Irán se convirtió en uno de los 24 miembros fundadores del Comité de las Naciones Unidas para Usos Pacíficos del Espacio Exterior (UNCOPUOS). La intención era mejorar la posición del país como nación emergente y aumentar el nivel de sus recursos científicos e industriales, unas aspiraciones que encontraron un brusco freno con la Revolución de 1979.

Con la llegada del siglo XXI y de las tecnologías, sistemas, medios y la asistencia recibida desde Rusia, China o Corea del Norte, en 2001 Irán comenzó a desarrollar vehículos autóctonos de lanzamiento. En 2004 se fundó la ISA (Agencia Espacial de Irán) y un año después propulsaron a bordo de un lanzador ruso Kosmos-3M el primer satélite de la república islámica, el Sina-1 de telecomunicaciones.

Irán se convertía así en el 43 país en contar con un satélite propio en órbita. El trabajo de los Von Braun locales modificando los misiles IRIS y Shahab permitió que en 2007 se lanzase el primer cohete iraní hasta unos 150 kilómetros de altitud, fue un Safir (embajador) de dos etapas. En 2008 lo hizo el cohete Kavoshgar-1 (Explorador) y en 2009 voló el Omid-1 (Esperanza), el primer satélite de fabricación nacional. Esta pequeña unidad de telecomunicaciones llegó al espacio coincidiendo con el 30 aniversario de la Revolución Iraní y metió al país en la escasa decena de naciones del mundo con capacidades para poner satélites en órbita con sus propios medios.

El primer satélite de observación llegó en 2011 con el Rasad-1 (Observador), un microsatélite óptico con una resolución de 150 metros que podría ser un banco de pruebas para misiones más complejas como las previstas para 2012 (Fajr o Atardecer, incluye un sistema de navegación y posicionamiento de desarrollo local; Toloo o Amanecer, con capacidades SIGINT; Zafar-1 o Triunfo, óptico en color con resoluciones inferiores a los 80 metros), o los Pars Sepehr y Pars-2, que aún no tienen fecha al igual que los de comunicaciones Mesbah-2, Qaem o Zohreh.

MISIÓN TRIPULADA

Animados por los éxitos, y con la pretensión de ser la gran potencia regional y «faro» de los países musulmanes, los iraníes proyectan una misión tripulada en 2019, con un lanzamiento suborbital de prueba en 2016, y llevar un hombre a la Luna en 2025. Pasos previos fueron en 2010 el Kavoshgar-3 que, con tortugas, gusanos y la rata Helmiz 1, fue el primer lanzamiento de seres vivos de Irán, aunque también fue un paso con tropiezo el fracaso en 2011 del Kavoshgar-5 'tripulado' por un macaco de la India.

Las misiones espaciales iraníes son seguidas desde cinco estaciones terrestres (Karaj, Tabriz, Qeshm, Bushehr y Mashhad) y tienen como puntos de partida las bases de Shahroud, Emamshahr, Qom y Semnan, a las que se unirá una de nueva construcción en el sureste del país. El emplazamiento de este nuevo centro de lanzamientos, en una zona poco habitada según Teherán, está muy cercano a todos los países del Consejo de Cooperación del Golfo y a los campos petrolíferos saudíes.

Pero los avances más preocupantes para Occidente del programa espacial iraní son los lanzadores. Si los misiles Shahab que dotan a las fuerzas convencionales pueden alcanzar distancias de hasta 2.000 kilómetros, sus derivados espaciales, como el Safir o el más potente Simorgh, pueden portar ojivas intercontinentales y lanzar satélites que les den apoyo de control, comunicaciones, navegación o localización de objetivos.

Los cohetes iraníes han demostrado una elevada fiabilidad y cada día que pasa son más precisos, con mayor alcance y más capacidad de carga útil. El director de la ISA está bajo mando directo de Ahmadineyad y cuenta con el apoyo del Ministerio de Defensa y de la Guardia Revolucionaria Iraní, cuerpo de élite del régimen que tiene a su cargo el programa de misiles balísticos y su mando estratégico.

Fotografía: Estrecho de Ormuz - NASA / Wikimedia Commons



Los comentarios deberán atenerse a las normas de participación. Su incumplimiento podrá ser motivo de expulsión.

Recomendamos

Lo más visto