Hasta hace poco tiempo cuando alguien se refería a la industria espacial en cualquiera de sus vertientes, lo hacía como sector espacio. Sin embargo de un tiempo a esta parte ha surgido un nuevo concepto que se ha dado en llamar Nuevo Espacio (New Space) y supongo que como contrapunto podríamos referirnos al modelo conocido y establecido hace más de cincuenta años, como tradicional (me resisto a llamarlo antiguo).
Según Wikipedia el término New Space se refiere a una nueva tendencia global con orientación claramente comercial, que trabaja de forma independiente tanto de las políticas y normas gubernamentales como de las de los contratistas principales.
Alguna otra definición añade a lo anterior los adverbios muy o altamente, junto con los adjetivos ágil, flexible, productivo, disruptivo o tecnológico.
De nuevo no quiero hacer una comparación en negativo con el sector tradicional, ¿si New Space es muy ágil significa que el sector tradicional no lo es?, ¿si New Space es altamente tecnológico o flexible significa que la industria tradicional no lo es? En absoluto es así. Este sector, llamado ahora tradicional, fue disruptivo en su momento. No podemos olvidar los viajes a la Luna, los 135 vuelos del transbordador espacial, la estación espacial internacional, exploración de Marte y otros planetas, comunicaciones, observación de la Tierra y muchos otros logros científicos, tecnológicos y de modelos de negocio. Es cierto que a veces determinados sectores tienden a mantener un cierto inmovilismo que fundamentalmente se deriva de intentar mantener o alargar la vida de sus productos y servicios, en aras de obtener una mayor rentabilidad de sus inversiones. Puede ser que esta situación sea equivalente, si no la misma, a la llamada “disrupción digital” que está forzando a cambios, las más de las veces muy dolorosos, en un importante número de industrias de sectores muy diversos.
Como en cualquier otro mercado y tras una fase de crecimiento y estabilización tecnológica, también en nuestro sector ha llegado el momento de buscar otros vectores que propicien la entrada en nuevos mercados, que capten nuevos clientes, que mejoren el producto existente o que generen nuevos productos o servicios. Y aquí es donde nos encontramos actualmente.
Hasta hace poco el espacio era un segmento considerado nicho, unas altas necesidades de inversiones junto a unos retornos extremadamente largos de las mismas, mantenían tanto a inversores como a emprendedores alejados de este sector. Sin embargo hemos entrado en un nuevo momento en el que la tecnología espacial, bien por conocida, bien por madura o probablemente por las oportunidades que brinda, se ha convertido en accesible y atractiva para los emprendedores tecnológicos y con ellos para los inversores. Esto ha hecho que el interés por esta industria se haya renovado y popularizado.
En 2015, una serie de grandes rondas de financiación lideradas por SpaceX (mil millones de dólares) junto con otras no menos relevantes como One Web y O3B Networks, recibieron inversiones superiores a los 1,8 miles de millones de dólares de compañías de capital riesgo. En 2015, el capital riesgo invirtió en este sector más que en los 15 años precedentes. Aunque en 2016 las rondas de financiación no superaron los 500 millones de dólares individualmente, la inversión continuó siendo importante, lo que demuestra que el potencial de crecimiento es considerable.
Es también cierto que el éxito o el plan de negocio de algunas de las nuevas empresas – SpaceX y One Web por nombrar a las más conocidas - , así como la reputación de los inversores iniciales (Elon Musk de Tesla, R. Branson de Virgin Group, Google, Qualcomm, Coca Cola group) ha animado a muchos otros emprendedores tecnológicos así como a otros inversores a formar parte de esta aventura, bien como parte de la cadena de valor existente bien con tecnologías o modelos de negocio disruptivos.
¿Significa pues que la apuesta de grandes inversores y empresarios de éxito por este sector hará que los nuevos modelos sustituyan a los anteriores? ¿Pudiera ser también que, como ha sucedido en otros sectores, finalmente todo quede en canto de sirenas y nada cambie? ¿Podrían convivir ambos modelos?
Si consideramos el segmento de la industria espacial relativa a la fabricación de satélites y lanzadores, y si tomamos como ejemplo lo sucedido históricamente en otros sectores con situaciones similares, podemos suponer que ambos modelos tenderán a cohabitar tomando lo mejor de cada uno de ellos.
No podemos pensar que las organizaciones tradicionales generalmente reacias a la asunción de riesgos, aceptarán que tecnologías poco probadas pudieran ser el núcleo de una misión.
Pero también es cierto que si la industria tradicional no aprende a aceptar ciertos niveles de riesgo, las nuevas compañías podrán acceder a una parte importante de su negocio actual. En este sentido lo que parecería más lógico pensar es que algunos de los actuales actores (probablemente los más fuertes y flexibles) continuarán en el mercado adaptando parte de sus procesos o modelos, en tanto que los nuevos entrantes (aquellos que posean realmente una tecnología o modelo realmente disruptivo técnicamente fiable y que genere un valor añadido real al mercado) pasarán a formar parte de la cadena de valor como nuevos suministradores especializados en áreas nicho, en las que las grandes compañías no quieran o no puedan especializarse.
En lo relativo a otro tipo de modelos de negocio basados en las tecnologías espaciales, no podemos sino esperar la aparición de nuevas propuestas en áreas muy diversas, desde las más conocidas y obvias como el suministro de internet de alta velocidad a cualquier modelo derivado de la observación especializada de la Tierra, educación, desarrollo de explotaciones mineras en planetas y asteroides, energía, ensayos de tecnología, etc. En este sentido las más de las propuestas existentes y las muchas que todavía han de aparecer, no serán sustitutos de los productos o servicios existentes actualmente en el entorno de la industria espacial, sino que serán nuevas propuestas de valor para el mercado. Esto hará que el sector en su conjunto crezca y se revalorice, ya que se creará una mayor demanda en todas las áreas relacionadas.
Hay quien piensa también que las compañías tradicionales permanecerán sin grandes cambios centrándose en el negocio más gubernamental (NASA, ESA, JAXA) que debido a sus inercias organizativas suele necesitar de periodos muy largos para cambiar sus políticas. Sin embargo algunos ejemplos recientes indican que esto no necesariamente ha de ser cierto. Hace solo unos días que la Fuerza Aérea de Estados Unidos ha anunciado que SpaceX ha ganado la licitación para el lanzamiento de la nueva generación de sus satélites GPS por algo más de 96 millones de dólares, acabando de esta forma con el monopolio de más de diez años de United Launch Alliance (ULA). Por otro lado Boeing y SpaceX están compitiendo por el contrato de transporte a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).
Al igual que en otros muchos sectores antes que en el nuestro, el mercado demanda cambios. Quiere más y mejores servicios y los quiere más rápido y más baratos. Es obvio que estamos frente a una oportunidad de crecer y de afianzar la tecnología espacial como un servicio muy competitivo y diferenciado en un ecosistema muy demandante en términos de tecnología, mejora y cambio permanente. Compañías disruptivas, ágiles, con productos tecnológicamente novedosos, servicios con valor añadido, y atractivas en precio, son y serán necesarias para adaptar el modelo actual a las nuevas demandas del mercado. Estas nuevas empresas, planteando retos al entorno tradicional, como siempre ha sucedido, han de ejercer de motores de cambio y mejora de los modelos actuales. En tanto que la industria espacial sea capaz de evolucionar se generaran nuevos modelos de negocio y con ellos crecerá el sector, generando oportunidades para los nuevos jugadores y para la mayoría de los ya existentes.
Creo que la industria espacial se enfrenta a un momento de cambio que puede generar un gran número de oportunidades y el aprovecharlas está en nuestras manos y en la capacidad para asumir un cierto nivel de riesgo.