Cuando los incendios forestales amenazan los hogares de California, las imágenes de satélite que muestran su propagación permanecen atrapadas durante horas. Durante la temporada de huracanes, los datos vitales de la trayectoria de la tormenta llegan tarde a los equipos de emergencia, cuando cada minuto cuenta.
En situaciones donde los segundos importan, la información sirve para proteger vidas, mitigar desastres y optimizar las operaciones, pero gran parte está atrapada en el espacio, esperando ser descargada.
Por eso los satélites potenciados con Inteligencia Artificial (IA) están transformando las operaciones espaciales. Tomemos como ejemplo el nuevo Cubesat Φsat-2 de la Agencia Espacial Europea (ESA) y desarrollado por la empresa española Open Cosmos. En lugar de recoger a ciegas y transmitir lentamente a la Tierra, procesa imágenes en órbita, identifica lo que es realmente importante y solo envía inteligencia procesable
Este cambio implica una reducción del 80 % en las necesidades de transmisión, el monitoreo de desastres en tiempo real, la detección de amenazas más rápida y el análisis rápido de patrones climáticos.
Ya lo subrayó la directora de Programas de Observación de la Tierra de la ESA, Simonetta Cheli, en agosto de 2024, cuando se puso en órbita el Φsat-2. Cheli dijo que este satélite era “pionero”, pues “demostrará el poder transformador de la inteligencia artificial en la Observación de la Tierra. Esta misión inaugura una nueva era de conocimientos prácticos desde el espacio, prometiendo formas más inteligentes y eficientes de monitorear nuestro planeta".
Por supuesto, la IA en el espacio se enfrenta a desafíos como los riesgos de ciberseguridad, las restricciones regulatorias o una compleja coordinación internacional, pero tampoco son desdeñables las ventajas para reducir los cuellos de botella en la transmisión de datos, proporcionar información procesable en tiempo real y resolver desafíos críticos de infraestructura y monitoreo.