El cohete Ariane 5 despegó con éxito la pasada noche hacia las 22:00 horas GMT desde el puerto espacial europeo de Kourou en la Guyana Francesa. Era su último vuelo, el número 117, y como en otros 111 anteriores, lo hizo con total fiabilidad y sin incidencias, desplegando el satélite de comunicaciones alemán de la empresa OHB System Heinrich Hertz y el militar francés Syracusse 4B, de Airbus.
Ariane 5 tuvo que retrasar su lanzamiento dos veces: el pasado 16 de junio por problemas en los conductores pirotécnicos del propulsor y el último hace algo más de 24 horas por motivos meteorológicos, pero finalmente hizo historia, cerrando 27 años de servicios, donde se convirtió en el cohete más longevo y conocido de Europa.
La directora del Centro Espacial Guayanés, Marie-Anne Clair, declaró a la agencia de noticias AFP que el último vuelo de un Ariane 5, cuyos lanzamientos han jalonado la vida de Kourou durante casi tres décadas, estaba "cargado de emoción" para sus equipos.
Prestigio
Tras unos comienzos accidentados, sobre todo con la explosión de 2002 que el ingeniero Herve Gilibert que trabajaba en el cohete calificó como "una experiencia traumática", Ariane 5 fue adquiriendo prestigio, hasta el punto de ganarse la reputación de fiabilidad de la NASA para que le lanzara el telescopio espacial James Webb, que había costado 10.000 millones de dólares.
El responsable de transporte espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA), Daniel Neuenschwander, declaró que, en términos comerciales, Ariane 5 había sido "la punta de lanza de las actividades espaciales europeas".
El cohete podía transportar una carga mucho mayor que su predecesor Ariane 4, lo que dio a Europa una ventaja competitiva y permitió al continente establecerse en el mercado de los satélites de comunicaciones.
La nueva situación
La creciente competencia mundial y la jubilación del Ariane 5, hace que Europa pueda perder comba en este tipo de carrera espacial centrada en la puesta en órbita de satélites. En este momento se encuentra sin medios para lanzar misiones pesadas al espacio de forma independiente, ya que su sucesor, el esperado Ariane 6, ha sufrido retrasos, porque estaba previsto su debú para 2020.
Hasta que el nuevo cohete de la ESA esté listo, tendrá que recurrir a la empresa que ahora domina el mercado de lanzadores, SpaceX, con una frecuencia de despegue de uno a la semana. De hecho, recientemente recurrió al Falcon 9 para lanzar su telescopio espacial Euclid.