El conocido como Acuerdo de Artemis fue un convenio multinacional para establecer las bases del Programa Artemis, que plantea la cooperación de varios países para la exploración de la Luna, Marte y cualquier otro cometa o asteroide del Sistema Solar.
El acuerdo asegura marcar "una nueva era de exploración más de 50 años después del histórico aterrizaje del Apolo 11 en la Luna y más de 20 años después del establecimiento de una presencia humana continua a bordo de la Estación Espacial Internacional".
El convenio se firmó el 13 de octubre de 2020 por Australia, Arabia Saudí, Baréin, Brasil, Canadá, Colombia, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Francia, Israel, Italia, Japón, Luxemburgo, México, Nueva Zelanda, Polonia, Reino Unido, Rumanía, Singapur y Ucrania.
El Programa Artemis comenzó el pasado 16 de noviembre con el lanzamiento de Orion, en el marco de la misión Artemis I.
Una "visión común" y "fines pacíficos"
La base de este acuerdo es "establecer una visión común a través de un conjunto práctico de principios, directrices y mejores prácticas para mejorar la gobernanza de la exploración civil y el uso de espacio con la intención de avanzar en el Programa Artemis".
Este pacto pretende, en última instancia, "reducir la incertidumbre y promover el desarrollo sostenible y beneficioso del uso del espacio para toda la humanidad" en plena carrera espacial.
Además, remarca la necesidad de que las acciones espaciales tengan "exclusivamente fines pacíficos y de conformidad con el derecho internacional pertinente".
Compromiso con la divulgación de resultados
Dos de los pilares fundamentales de este acuerdo son la transparencia y la seguridad. Así se establece en el texto, donde los signatarios se comprometen a la "amplia difusión de la información con respecto a sus políticas espaciales nacionales y planes de exploración espacial" y a "compartir la información científica resultante de sus actividades".
En este sentido, a pesar de que los firmantes también se comprometen a "compartir abiertamente los datos científicos", pueden reservarse el derecho a hacerlo siempre y cuando las actividades se realicen en el sector privado.
En cuanto a la seguridad, el acuerdo recalca el compromiso de la sostenibilidad de las misiones y de "notificar sus actividades y comprometerse a coordinarse con cualquier actor relevante para evitar interferencias dañinas".
Además, con su firma, los países se comprometen a "realizar todos los esfuerzos razonables para prestar la asistencia necesaria a personal en el espacio ultraterrestre que se encuentre en peligro".
"Patrimonio espacial": conservación y sostenibilidad
La sostenibilidad y la "preservación del patrimonio del espacio exterior" es también uno de los puntos importantes de este acuerdo. El texto establece que se debe "preservar el patrimonio del espacio ultraterrestre" que comprende los "sitios de aterrizaje humanos o robóticos históricamente significativos, artefactos y naves espaciales" previamente activos en los planetas o satélites.
En cuanto a los recursos espaciales, se acuerda que "la extracción y utilización de recursos espaciales" en la Luna, Marte, cometas o asteroides, "debe ser ejecutado de una manera que cumpla con el Tratado del Espacio Exterior y en apoyo de la seguridad y actividades espaciales sostenibles".
Como resultado de los proyectos y las misiones, se generan desechos orbitales, también regulados por este acuerdo, que concreta que los signatarios "se comprometen a planificar la mitigación de los desechos orbitales, incluida la gestión segura, oportuna y pasivación y eliminación eficientes de las naves espaciales al final de sus misiones".
El acuerdo marca este punto como algo fundamental, pues la