¿Qué hacemos con la basura espacial
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¿Qué hacemos con la basura espacial

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Natalia Kovalenko / La Voz de Rusia.- La nave espacial de carga rusa Progress M -20M, que se desacopló de la Estación Espacial Internacional (ISS) el 3 de febrero, ha puesto fin a su vuelo libre y se hundió una semana después en una zona poco transitada del Océano Pacífico. A bordo de la nave había una tonelada de basura y equipos inservibles procedentes de la ISS. Los científicos todavía no han inventado la manera de desguazar otro tipo de basura espacial, que, dicho sea de paso, representa un gran peligro para los satélites y los astronautas. La era de la exploración espacial activa comenzó hace 56 años. El 4 de octubre de 1957 los científicos soviéticos lanzaron el primer satélite artificial. Y desde entonces es incontable el número de satélites y misiones pilotadas; cada uno ha dejado su huella en el espacio, un aparato que se salió de control o una pieza del revestimiento de la nave espacial. “Esa basura es una amenaza seria”, señaló Andrei Ionin, miembro de la Academia Rusa Tsiolkovsky de Cosmonáutica y especialista en política espacial. "No hay que dejarse engañar por el hecho de que el tamaño de la mayoría de los desechos espaciales no es grande. Esas partículas se mueven a gran velocidad", enfatizó. Ha habido varios casos en que los residuos se aproximaron demasiado a la ISS y representaron una amenaza para la estación. Los astronautas se tuvieron que poner sus trajes espaciales y trasladarse a la cápsula Soyuz para tener la opción de escapar hacia la Tierra, si era necesario. Hasta ahora, la ISS ha tenido suerte y nada serio ha ocurrido. El revestimiento del transbordador estadounidense se dañó en dos ocasiones por esa causa. En 2006 un pequeño fragmento chocó con un satélite y, como resultado, los residentes del Lejano Oriente se quedaron sin una señal de TV durante un tiempo. “Teniendo en cuenta que la tecnología está cada vez más vinculada al espacio, los desechos orbitales pueden en cualquier momento interrumpir el curso normal de la vida de cualquiera de nosotros”, advirtió Igor Marinin, editor en jefe de la revista Noticias de Cosmonáutica. "En la actualidad ni Rusia ni ningún otro país tiene una solución razonable para limpiar la basura espacial. Algunos proponen utilizar una red. Es un proyecto absolutamente irreal. Porque todos los desperdicios vuelan en diferentes direcciones a una velocidad de 10 a 12 kilómetros por segundo. Esto es más rápido que una bala. Es imposible atrapar esos desechos con una red. Algunos proponen utilizar un imán. Eso también es poco realista pues la mayoría de los satélites metalicos no están influidos por un campo magnético ya que se hacen de duraluminio", explicó Marinin. Se han planteado ideas como quemar los restos con un rayo láser desde la Tierra o lanzar al espacio un robot de limpieza. “Pero hasta el momento la única solución eficaz es limpiar lo que uno ensucia. Por ejemplo, un bloque de refuerzo que lanza satélites desde una órbita baja a una alta por lo general se deja a la deriva. Si su diseño incluyera más combustible y un sistema de control, en un momento determinado ese bloque de refuerzo podría ser enviado de vuelta a la atmósfera donde ésta se encargaría de quemarlo. Pero eso hace que el proyecto sea más caro, y que no le guste esa idea a todo el mundo”, destacó Marinin. "Hay un gran problema con los nano y los microsatélites, que han crecido en popularidad últimamente. Son baratos. Con un montón de ellos se pueden realizar tareas que de otra manera se llevan a cabo con un gran satélite caro. Por supuesto, eso es bueno. Pero, por regla general, estos satélites tienen un ciclo de vida corto, se descomponen rápidamente y no tienen oportunidad de salir de su órbita. Así, lanzando nano o microsatélites, añadimos basura al espacio. Y no es realista obligar a los institutos y universidades que trabajan con este tipo de satélites pequeños a que instalen motores que funcionen después de la expiración de su ciclo de vida para controlar su órbita desde la Tierra. Eso haría que dichos satélites fueron más caros y por tanto nada rentables." Según diversas fuentes, en la actualidad hay unos 19.000 objetos más grandes de cinco centímetros y unos 300.000 más pequeños de un centímetro a la deriva flotando en el espacio.  La mitad de ellos son partes de satélites inoperativos.



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