Boris Pavlischev / La Voz de Rusia. El surgimiento de asentamientos privados y de empresas de extracción de materias primas en el futuro en la Luna puede llevar a disputas territoriales entre sus propietarios. Para evitar esos problemas, sería necesario que se pudieran registrar ya los derechos de propiedades a terrenos lunares y otros objetos espaciales y que también se pudieran crear zonas de preservación, cree el empresario norteamericano Robert Bigelow.
La Bigelow Aerospace Company, dirigida por este emprendedor, diseña módulos habitables inflables. En el futuro serán usados para construir hoteles volantes para turistas que giren alrededorde la Tierra. Según los planes de Bigelow, se podría construir una base lunar con estos módulos inflables.
El empresario se hace la siguiente pregunta: ¿tiene el propietario de esa vivienda un documento para esa zona donde otros no están permitidos a entrar? La misma cuestión sería válida para el propietario de una empresa luna que extrajera helio. En este caso, la industria lunar no sería capaz de funcionar sin tener derechos exclusivos sobre un territorio concreto.
Para aclarar sus dudas, Bigelow se dirigió al Departamento de Transporte Comercial Espacial integrado en la . Administración Federal de Aviación (FAA). Él asume que esta organización podría determinar en cada caso específico el tamaño del territorio protegido emitiendo licencias a compañías implicados en negocios relacionados con el espacio. Bigelow está convencido de que la emisión de un título de propiedad fuera de la órbita de la Tierra no viola el Tratado del Espacio Exterior firmado en 1967.
Pero en opinion de Igor Lisov, subdirector de la revista Noticias de Cosmonáutica, este documento intergubernamental lleva a una colisión legal. Por un lado, está la norma del Derecho Internacional según la cual los objetos espaciales y sus superficies no pueden ser reclamados por ninguna nación. Por otro, estos documentos no dicen nada sobre el uso privado de esos objetos.
En el pasado el estadounidense Dennis Hope se aprovechó de esa laguna legal del Tratado para enviar una solicitud a la ONU preguntando si tenía el derecho o no de tener propiedades en la Luna. Nunca recibió respuesta. Así que, después de esperar medio año, Hope decició reclamar la propiedad de la Luna y de otros planetas y estrellas. En 1980 empezó a vender terrenos en la Luna. Otro norteamericano, Gregory Nemitz, reclamó el asteroide Eros e informó de ello a las instituciones. Cuando una nave de la NASA aterrizó en Eros, Nemitz envió a la agencia especial una factura por valor de 20 dólares en concepto de pago del alquiler. La NASA calificó de ilegales sus reclamaciones apuntando al hecho de que se basaban en una falsa interpretación del Tratado de Espacio Exterior.
No obstante, lo que Bigelow quiere ahora es recibir una respuesta oficial estadounidense, dado el desarrollo actual de la cosmonáutica privada y la posibilidad de que se establezcan viviendas y empresas en la superficie de otros objetos espaciales.
En opinión de Alexander Zheleznyakov, miembro de la Academia Rusa de Cosmonáutica, lo mejor sería que el tratado internacional fuera enmendado para incluir la actividad de empresarios privados. "Las naves espaciales privadas ya están volando en modo no tripulado, pero pronto estarán pilotadas. Eso significa que las personas gastarán más tiempo en el espacio. Naturalmente, se establecerán relaciones legales entre ellos y entre los representantes de las diferentes compañías. Esas relaciones tendrán que estar reguladas de alguna forma.