¿Visualizan Time Square en la noche de fin de año, o el comienzo de las rebajas en las grandes superficies comerciales? Pues así de congestionadas se encuentran las diferentes órbitas espaciales alrededor de nuestro planeta. Para que se hagan una idea, se calcula que en la actualidad hay más de 500.000 objetos catalogados como basura espacial. Y basta decir que dicha cantidad de desechos es aproximadamente el 95% de los objetos espaciales en seguimiento desde la Tierra.
La basura espacial o también conocida como space debris, son todos aquellos objetos artificiales que carecen de utilidad alguna y que actualmente orbitan la Tierra. La variedad de dichos objetos es amplia y va desde objetos desprendidos de las misiones, hasta naves obsoletas o restos de cohetes, como podrían ser el upper stage de los mismos.
Paradójicamente la basura espacial, puede generar más basura. Dicho así puede parecer que se trata del milagro de los panes y los peces, pero a lo que me refiero es que, por medio de colisiones e interacciones mutuas o debido a explosiones internas (se dan varias por año), los residuos espaciales se fragmentan en más desechos. Dichos restos son muy peligrosos debido a su pequeño tamaño y su alta velocidad (pueden llegar a alcanzar los 27.000 kilómetros a la hora). Se convierten en proyectiles amenazadores de cara al resto de objetos artificiales en el espacio que están en funcionamiento.
En la actualidad, el principal peligro son las explosiones y un ejemplo de ello es la explosión detectada en 1961, la primera de la que se tienen datos, y que multiplicó por tres el número de fragmentos rastreables en el espacio. Sin embargo, debido a los numerosos lanzamientos se estima que un futuro las colisiones podrían superar a las explosiones como la principal causa de nuevos desechos.
Los hot spots, lugares con más probabilidad de que se den colisiones, están en las órbitas LEO (Low Earth Orbit; de 160 a 2000 kilómetros) como consecuencia de la sobrepoblación de objetos artificiales que hay en dicha órbita. Algunos expertos lo achacan al auge de la tecnología que se localiza en órbitas terrestres bajas como satélites de observación terrestre o la tecnología CubeSat. (http://www.infoespacial.com/ie/2015/11/02/opinion-cubesats.php)
La cuestión es pues buscar una solución para gestionar la basura espacial. Como veremos más adelante no existe una única si no más bien un conjunto de ellas que abordan la problemática desde distintas perspectivas.
En primer lugar, existe lo que llamaríamos las medidas preventivas. Y es que el espacio no es “infinito”, se trata de un recurso limitado cuyo uso debe ser administrado con cautela y precaución. En este sentido, la limitación de la tasa de lanzamiento y la reducción de los tiempos de vida de las misiones -existe la regla que limita dicha vida a 25 años- son dos opciones para reducir el número de objetos artificiales en el espacio, aunque no suficientes.
Una medida complementaria sería eliminar el combustible sobrante de los satélites en desuso para evitar las explosiones accidentales de los mismos que, como ya hemos indicado, es una de las principales causas de la generación de más desechos espaciales por fragmentación.
Finalmente, existe la posibilidad de localizar y rastrear los objetos mediante diversas herramientas como la SSN (Space Surveillance Network) de los Estados Unidos con el objetivo de planificar y llevar a cabo las maniobras necesarias para esquivar colisiones con ayuda de los complejos y sofisticados sistemas ADCS (Attitude Determination Control System).
Se trata pues de un ‘baile’ tecnológico muy complejo, ya que estamos hablando de objetos de entre cinco y diez centímetros en LEO, y entre 30 centímetros y un metro para GEO, a velocidades elevadísimas y a distancias de cientos miles de kilómetros.
Obviamente la eliminación programada de los satélites al final de su vida útil a través del reingreso controlado a la atmosfera terrestre sería la más definitiva y eficaz. Aunque para este caso habría que tener muy en cuenta el riesgo que esta medida podría suponer por su impacto directo en la superficie terrestre.
La misión DeorbitSail, lanzada el 10 de julio de 2015, desarrolla esta idea. El proyecto consiste en un CubeSat de tamaño 3U con una vela desplegable, cuyo objetivo es demostrar laviabilidad de una salida de órbita rápida.
Estas medidas preventivas mitigarían la creación de basura espacial y sus efectos. Pero, ¿Qué hacemos con toda la basura que ya está allí? ¿Cómo eliminarla u ocultarla? Una opción consistiría en desviar los satélites de su órbita y mandarlos a otras más alejadas, conocidas como órbitas cementerio. Pero sería básicamente como esconder estos objetos debajo de una “alfombra espacial”.
Actualmente expertos de todos los ámbitos y todas las grandes instituciones aeroespaciales, como la NASA, ESA o JAXA están proponiendo diversas ideas para abordar el problema de los desechos espaciales. En la actualidad hay propuestas de casi todos los tipos, gustos y colores. Desde capturar los desechos con redes o arpones, a vaporizarlos mediante láseres al estilo Star Wars. Incluso se han planteado misiones tripuladas en transbordadores modificados para la recolección de los satélites en desuso a modo, digámoslo así, de quitanieves espacial.
Las propuestas están acaparando los programas y foros de los simposios y las conferencias internacionales, pero todavía no se ha llegado a ninguna solución concreta y definitiva. El camino empieza pues con misiones piloto para probar las diversas tecnologías propuestas. Entre estos proyectos, está el RemoveDEBRIS, cuyo objetivo es demostrar la bondad y fiabilidad de algunas de dichas tecnologías.
La industria y el mundo espacial se enfrentan a un problema creado por ellos mismos. El mismo ingenio que ha sido parte y causa de esta situación, es el que ahora desarrolla diferentes ideas innovadoras, con el fin de tener un espacio orbital limpio y sostenible. ¿Será la quitanieves espacial la solución definitiva al problema o quizás la estrella de la muerte?