En el International Astronautical Congress celebrado en Toronto en 2014, el administrador general de la NASA, Charles Bolden, indicó que el sector espacial necesitaba de emprendedores, políticos y legisladores para promover, fomentar y provocar que pasaran cosas, que se dieran avances significativos. Ingenieros, técnicos y científicos son numerosos y en expansión cualitativa y cuantitativamente, pero deben darse las condiciones para que su trabajo florezca, se incremente y obtenga el merecido reconocimiento de la sociedad a la que, de varias formas, sirve; en definitiva se debe estimular una actividad estimulante per se.
Empezamos 2016 tras dejar atrás un año muy interesante en la historia de la exploración espacial: continuamos la exploración de Marte descubriendo agua líquida en su superficie; llegamos finalmente a Plutón y le pusimos rostro al otrora último planeta del Sistema Solar antes de adentrarnos en el Cinturón de Kuiper; Rosseta continuó enviado datos de 67P/Churyumov-Gerasimenko; la misión Lisa Pathfinder despegó para buscar ondas gravitacionales; SpaceX y Orbital Sciences Corporation siguen enviando módulos Dragon y Gygnusa la Estación Espacial mientras desarrollan, además de Boeing, las cápsulas tripuladas de nueva generación, para las que ya hay astronautas seleccionados; la New Shepard de Blue Origin y el Falcon IX de SpaceX aterrizan verticalmente y el resto de empresas de desarrollos orbitales y suborbitales continua su actividad.
Y mientras la NASA avanza con el SLS y Orion, Europa continua su actividad con Galileo y Copérnico, sienta las bases del futuro Ariane 6 y no se quiere quedar atrás en la exploración planetaria; los países latinoamericanos se muestran muy activos con diversos proyectos; China es una potencia pujante; las space-weeks registran records de asistentes y las empresas que desarrollan aplicaciones derivadas de tecnologías espaciales prolifera y dan cada vez mas servicios a sectores básicos; la denominada New Space Economy se desarrolla de una forma bastante activa y muchas son las empresas que llevan a cabo proyectos y prestación de servicios fruto de tecnologías y datos obtenidos en y sobre el espacio.
Cuando hablamos de la industria espacial debemos tomar referencias propias y de otros países; hablamos siempre de empresas tecnológicas, con buenos profesionales que capitalizan conocimientos, recursos y medios en una serie de actividades que al margen del legítimo beneficio propio, aportan muchos mayores beneficios ala humanidad en su conjunto. (En cierta forma se estaría dando cumplimiento a lo que establece el artículo 1, primer párrafo del Tratado del espacio ultraterrestre de 1967)
Tres son los vectores que se desarrollan con las actividades espaciales: la propia exploración física del espacio, incluyendo la de la misma Tierra, sus recursos y su dinámica. Cuando se escuchan voces divergentes respecto a la oportunidad de las inversiones en espacio, parecen olvidar la propia historia de la humanidad en su constante expansión, con sus claros y oscuro, cierto es, pero el resultado final ha de considerarse positivo y el espacio puede y debe ser un nuevo escenario en el que prevenir errores pasados y buscar formas colaborativas positivas. La ISS es una prueba evidente de éxito en ese sentido, como espero que lo sea una futura misión tripulada a Marte en la que la colaboración internacional sea lo más remarcable y que toda la humanidad se sienta representada y unida en una meta conjunta.
En segundo lugar la ciencia en sí misma, como conocimiento y entendimiento de lo que nos rodea, tanto en lo inmediato como en el propio Sistema Solar y el Universo entero por extensión. Quizás para algunos el conocimiento científico, el saber donde estamos, que hay mas allá y como funciona todo, no sea algo digno de emplear recursos, pero es una visión altamente equivocada. Ese conocimiento, esa ciencia es uno de los principales motores de la humanidad y desdeñarlo solo deja en evidencia a quien lo desdeña.
Y finalmente no olvidemos el creciente factor comercial, probablemente la conexión más directa entre el espacio y sus beneficiarios directos: aquí los emprendedores se esfuerzan por crear y desarrollar productos y servicios que a diario nos ofrecen soluciones en comunicaciones, datos, seguridad, información, etc. Cuando hablamos del factor comercial, presentamos la evolución del sector espacial desde la concepción inicial de una labor propia de los estados buscando el prestigio nacional, hacia el de utilidad pública desarrollada por particulares. Si damos un vistazo a la historia, tenemos claros ejemplos en los que misiones de descubierta patrocinadas por estados en los tiempos modernos, dejaban el paso a compañías privadas que aunaban exploración y obtención de recursos.
Es evidente que todas estas actividades son estimulantes en su contenido, objetivo y resultados, pero también es cierto que junto a la iniciativa de sus actores, deben ser convenientemente estimuladas por la sociedad y por los poderes públicos. Por la sociedad en cuanto que responda de forma positiva a las iniciativas planteadas, tanto como usuarios finales como comprendiendo y valorando la importancia de la labor realizada; y por los poderes públicos en cuanto a su necesario papel de favorecedores de la actividad proporcionado organización, soporte y seguridad jurídica.
Hasta la fecha, en nuestro país, se ha llevado a cabo una muy buena labor con los organismos encargados de las actividades espaciales; la integración de España en la ESA ha sido muy positiva para las empresas del sector, ya que ha servido de elemento tractor y el sistema de reversión en base a la inversión efectuada por el estado ha permitido una actividad que, probablemente, sin ese motor, no se hubiera llevado a cabo, al menos en la entidad con la que lo ha sido.
Reconocido este hecho y la importancia de que la participación estatal se incremente, creo que la calidad e importancia de nuestras empresas e iniciativas no debe quedar solo limitada a este sistema y que sus capacidades las hacen plenamente acreedoras de operar en los mercados internacionales en base a la libre competencia y la probada utilidad y calidad de sus productos.
Considerando la iniciativa privada en el sector como un elemento clave, citaré dos ejemplos de modus operandi al respecto:
El primero de ellos es la iniciativa estadounidense conocida coloquialmente como “Asteroid Act”, oficialmente The Space Resource Exploration and Utilization Act of 2015, parte de la Commercial Space Launch Competitiveness Act (H.R. 2262). Esta regulación, nacional en su ámbito legislativo territorial y en una muy resumida explicación, habilita a sus nacionales a llevar a cabo explotaciones de recursos en cuerpos celestes en base al principio de prioridad, con sujeción y respeto a las obligaciones internacionales de EEUU, pero sin mayor clarificación de como orquestar este elemento. Con ello se busca promover y a la vez dar cobertura a las actividades que empresas como Deep Space, Planetary Resources o Shackleton Energy Company pretenden llevar a cabo.
Cierto es que és controvertida y que autorizadas voces consideran que va contra el espíritu de determinados aspectos de Tratados Internacionales, especialmente de aquellos que hablan de no apropiación de cuerpos celestes, pero no menos cierto es que voces igualmente autorizadas defienden que se ajusta plenamente a la legalidad (debiéndose complementar su encaje, cierto es) y que es la vía para desarrollo de una industria en el espacio alrededor de la cual girarán avances en propulsión, GNC, localización de objetos espaciales, actividades mineras y de transformación solo por citar algunas; ello dará lugar a la obtención de recursos valiosos a la vez que puede crear un interesante modelo que, con el tiempo, alivie la carga medioambiental que las extracciones mineras llevan implícitas para la Tierra.
Lo relevante es contemplar como ideas que en principio pueden parecer propias de la ciencia ficción consiguen obtener respaldo empresarial y político hasta el extremo de provocar la regulación normativa de primer orden, integrada en una completa regulación sobre el acceso comercial al espacio, así como el apoyo de las instituciones de un país como Estados Unidos para promover las actividades comerciales de sus nacionales. Y luego buscar la forma que ello se inserte en el derecho internacional, sin que esta sea un freno. No olvidemos que si esta situación se ha dado es por el reiterado hecho cierto de que la realidad va siempre por delante de la regulación jurídica.
El segundo ejemplo que citaré corresponde a una empresa española, Payload Aerospace (PLD), que a base de iniciativa privada para creer en un proyecto ambicioso, puede dotar a España de un lanzador de combustible líquido propio, competitivo, y que cubrirá una de las únicas carencias que nuestra industria espacial presentaba, ya que en el resto de actividades son exitosamente desarrolladas por empresas por todos conocidos.
Recordemos que en el pasado se intentó llevar a cabo estos desarrollos, (recordemos el proyecto Capricornio) si bien esos intentos no llegaron a fructificar. Ahora el proyecto de lanzador español Arion, con sus versiones I y II y quizás mas allá, permite mirar esperanzadamente a una capacidad comercial complementaria a los lanzadores europeos Ariane, Soyuz, Vega, aunque el caso descrito se encuentra mucho más cerca en su filosofía, organización y financiación a las conocidas historias de éxito que representan realidades como el Falcon IX o New Shepard. Esta iniciativa ha obtenido hasta el momento también el deseable respaldo institucional y ha de decirse que herramientas como el proyecto de futura Ley Española de Actividades Espaciales, cuyo borrador preliminar espera las oportunas concreciones o la creación de un organismo aglutinador de capacidades organizativas espaciales (“La agencia”), cuyo germen bien puede ser la Comisión Interministerial de Política Industrial y Tecnológica del Espacio, serán sin duda bienvenidas.
A este respecto, modelos organizativos como el de la Agencia Espacial del Reino Unido, que coordina y representa la actividad espacial nacional, pero sin desmontar estructuras ministeriales previas, buscando dar pleno servicios a las empresas de su país, puede ser una pista a tener en cuenta.
Finalmente, indicar que las empresas tienen un importante papel a desarrollar, ya que arriesgando a veces fuera de la zona de confort, pueden llevar a cabo proyectos increíbles para los que sin duda están plenamente capacitadas; pero necesitan de ese estímulo del que he venido hablando. Ese estimulo que nos llevará a metas donde nunca hemos ido antes. Seguro que saben a qué me refiero.