La búsqueda de nuevos hábitats en el Sistema Solar ha cautivado a científicos e investigadores durante décadas. En este aspecto, la presencia de agua líquida es determinante para la presencia de vida, ya que se considera esencial para los procesos biológicos tal y como los conocemos. Sin embargo, este no es el único requisito: un ambiente estable, temperaturas moderadas y una atmósfera adecuada también juegan un papel crucial en la creación de un entorno habitable.
Incluso en nuestro propio Sistema Solar, la Tierra no es el único lugar que cumple estas condiciones. Los cuerpos celestes que se encuentran dentro de la "zona habitable" de una estrella son los principales candidatos para albergar vida. No obstante, nuevas investigaciones sugieren que también podría haber posibles hábitats fuera de esta zona.
Una nueva mirada a las lunas de Júpiter y Saturno
La directora de Investigación del Centro Nacional de Investigación Científica CNRS, por sus siglas en francés) en el Observatorio de París, Athena Coustenis, explicaba en el Congreso Astronáutico Internacional (IAC2024) celebrado en Milán cómo la “zona habitable” de nuestro Sistema Solar se ha extendido “al descubrirse grandes océanos debajo de las superficies de algunos satélites de Júpiter y Saturno”.
La experta en planetología y misiones espaciales al Sistema Solar exterior destacó que, en principio, esta región habitable se limitaba a la zona donde la cercanía con una estrella permitía a los planetas tener agua líquida en su superficie. Sin embargo, esta definición ha evolucionado con los recientes descubrimientos de lunas como Europa y Encélado, que albergan océanos subterráneos bajo sus capas de hielo. A pesar de estar ubicadas lejos de la zona habitable tradicional, estas lunas mantienen agua líquida, lo que amplía el concepto de habitabilidad más allá de lo que inicialmente se pensaba.
Vista del Congreso Astronáutico Internacional recientemente celebrado en Italia. Firma: Anabel Cuevas.
La habitabilidad de los cuerpos de nuestro sistema solar se dividiría en surface habitats, aquellos planetas o lunas que poseen agua en su superficie, y deeps habitats, que tendrían esta agua en suscapas interiores. Las condiciones habitables dentro de los satélites naturales de los planetas gigantes —en el Sistema Solar exterior— son posibles gracias a la “fuerte atracción gravitatoria, que puede producir energía suficiente para calentar los interiores de las lunas heladas orbitantes”, dijo la especialista.
Las sondas Cassini, Galileo, Voyager han demostrado el “potencial astrobiológico” de satélites como Europa, Calisto y Ganímedes, lunas de Júpiter, o Titán, Encélado y Mimas, satélites de Saturno. La investigación de la planetóloga Coustenis resalta cómo estas lunas podrían reunir los requisitos esenciales para la habitabilidad. Si los mantos de silicato de Europa y Ganímedes, así como las fuentes líquidas de Titán y Encélado, son geológicamente activos, como ocurre en la Tierra, podrían generar sistemas hidrotermales. En estos entornos, la presencia simultánea de agua, las interacciones geodinámicas, las fuentes de energía química y una variedad de elementos químicos clave podrían cumplir con las condiciones básicas necesarias para la vida. Estas condiciones podrían haber hecho posible la existencia de formas de vida primitivas que podrían ser similares a los organismos que han vivido en la Tierra.
Conferencia de astronautas reunidos con ocasión del Congreso IAC en Milán. Firma: Anabel Cuevas.
Con descubrimientos como este, se expanden las líneas de investigación y se despierta el entusiasmo por conocer más de estos cuerpos celestes. Sin embargo, durante su exposición en el congreso astronáutico, Coustenis señalaba cómo estos “hábitats potenciales” solo pueden investigarse con misiones especialmente diseñadas para ello, como L1 JUICE de la ESA —que estudia las lunas heladas de Júpiter Europa y Ganímedes y cuenta con la participación de siete empresas españolas— o como Dragonfly, que otorguen respuestas a las preguntas sobre su habitabilidad.
Coustenis, también presidenta del Comité de Ciencias Espaciales de la Fundación Científica Europea, expuso en conversación con infoespacial su preocupación por realizar investigaciones responsables. Coustenis exponía la importancia de la ‘protección planetaria’ o planetary protection, es decir, de “evitar la contaminación en los cuerpos que se estudian”, pero también evitar que estas misiones perjudiquen a la Tierra. Nuestro planeta “debe estar protegido del peligro potencial que representa la materia extraterrestre transportada por una nave espacial que regresa de una misión interplanetaria”, afirmaba.
Estos avances nos acercan cada vez más a desvelar los secretos de nuestro sistema solar y a descubrir si la vida puede existir más allá de la Tierra. Sin embargo, a medida que exploramos nuevos hábitats, también enfrentamos desafíos. La ciencia debe avanzar de manera cuidadosa, garantizando que las misiones espaciales no solo nos ofrezcan respuestas sobre otros mundos, sino que también protejan tanto esos entornos inexplorados como nuestro propio planeta. En este sentido, la exploración espacial no solo busca nuevos horizontes, sino que también nos recuerda la importancia de salvaguardar lo que ya conocemos.