La Oficina de Desechos Espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha publicado este mes de julio la edición de 2024 de su Informe anual sobre el medio ambiente espacial. El documento proporciona una visión general y nítida de las actividades espaciales globales y determina en qué medida estas y otras actuaciones internacionales de reducción de la basura espacial están mejorando la sostenibilidad a largo plazo de los vuelos espaciales.
Actualmente, las redes de vigilancia espacial a nivel mundial rastrean alrededor de 35.000 objetos, de los que aproximadamente 9.100 son cargas útiles activas; los 26.000 objetos restantes son restos de más de 10 cm, desde satélites fuera de uso a piezas de plataformas olvidadas. El número de objetos de más de un centímetro, capaces de causar daños catastróficos, supera el millón. Preocupante.
El estudio de la Agencia, que se publica anualmente desde 2016, simuló la evolución futura del conjunto de desechos espaciales para evaluar la eficacia de las acciones de mitigación propuestas y los comportamientos actuales relacionados con este asunto.
En concreto, la simulación consideró dos escenarios: por un lado, una extrapolación definida (Extr) del comportamiento actual con respecto al tráfico de lanzamiento, tasas de explosión y tasas de éxito de eliminación; por otro, la hipótesis de no lanzamientos futuros (NFL), suponiendo que no se produjera ninguno después de 2023.
Los resultados de la evaluación llevada a cabo por la ESA indicaron que, incluso si los vuelos espaciales se detuvieran por completo, algo altamente improbable dadas las circunstancias. la cantidad de basura girando en una órbita terrestre baja seguiría creciendo probablemente.
Además, la extrapolación del comportamiento actual, que presupone la continuación del lanzamiento al ritmo actual y el cumplimiento por parte de las constelaciones de las tasas mínimas deseables de éxito de eliminación después de la misión, también conducen a un entorno inestable con tasas de colisión que aumentan exponencialmente.
El estudio presenta el estado del entorno espacial en varias facetas, centrándose en la evolución temporal de los objetos catalogados en términos de número, masa y área, además de abordar la adherencia global a las medidas de mitigación.
El documento constata que la cantidad de objetos, su masa combinada y su área combinada han aumentado constantemente desde el comienzo de la era espacial, lo que ha provocado la aparición de colisiones involuntarias entre cargas útiles operativas y desechos espaciales.
“Las mejoras cada vez mayores en las capacidades de los sensores de vigilancia espacial durante las últimas décadas han reducido los límites de tamaño en los que los desechos pueden rastrearse y catalogarse de manera confiable. Eso implica que conocemos cantidades significativas de desechos espaciales, pero no todos los eventos que los originaron”, reza el informe de la la Oficina de Desechos Espaciales de la ESA.
El tráfico espacial en sí también está experimentando cambios notables desde 2015, particularmente en las órbitas terrestres bajas (LEO), cambios impulsados por la miniaturización de los sistemas espaciales y el despliegue de grandes constelaciones, con un giro hacia las operaciones comerciales.
“En 2023, el ritmo de lanzamientos de toda clase de masa y tipo sigue en el nivel más alto visto hasta ahora”, sostiene el informe.
Estos tres elementos, es decir, el volumen del tráfico, el tipo de nave espacial y el tipo de operadores, son todos relevantes cuando se considera la idoneidad de las directrices de mitigación de desechos espaciales y las posibles formas de operaciones espaciales sostenibles, especialmente cuando se considera el entorno orbital de la Tierra como un recurso finito, en consonancia con el Programa de Sostenibilidad a largo plazo de la ONU.