El telescopio espacial Euclid ya está en el espacio para comenzar su misión de revelar los misterios del Universo. La parte clave del artefacto son sus espejos, con el que descudriñará el vasto espacio. El principal mide 1,2 metros de diámetro, con el que mapeará la distribución 3D de miles de millones de galaxias a una distancia de hasta 10.000 millones de años luz, mirando más allá de la Vía Láctea para obtener imágenes de alrededor de un tercio del universo observable. La forma final del espejo tiene una precisión de nueve millonésimas de milímetro bajo la gravedad de la Tierra.
La misión arrojará luz sobre la misteriosa energía oscura y la materia oscura que constituyen el 95 % del cosmos, revelando la estructura a gran escala del Universo y su patrón de expansión. Euclid cuenta con otros cinco espejos, más el propio telescopio, que comprende más de 30 partes, así como las más de diez que componen el espectrómetro y fotómetro de infrarrojo cercano de la misión y el banco óptico que los rodea, todos hechos del mismo material: no de vidrio, sino de una cerámica que solo se encuentra de forma natural en el espacio, el SiC.
Un material perfecto
El carburo de silicio (SiC) es uno de los materiales más duros que se conocen. Se utiliza para fabricar herramientas de corte, frenos de alto rendimiento e incluso chalecos antibalas, ya que es mucho más ligero que el vidrio. Es similar a un metal por tener una alta conductividad térmica pero, a diferencia de los metales, puede sufrir cambios extremos de temperatura sin deformarse, lo que lo hace muy atractivo para la astronomía espacial. Es tan común en el espacio porque se forma a partir de una combinación de silicio y carbono en ausencia de oxígeno, encontrándose pequeñas cantidades en meteoritos. El ser humano ha logrado sintentizarlo como sustituto de diamante artificial.
La ESA y Airbus, viendo su potencial, iniciaron una colaboración técnica a largo plazo con la empresa francesa Mersen Boostec, surgida de una empresa terrestre que antes fabricaba cojinetes y sellos de SiC para bombas industriales.
La compañía ya tenía experiencia para estas misiones, puesto que fabricó el espejo principal de 3,5 m de diámetro para la nave espacial Herschel de la ESA, que cuando se lanzó la misión en 2009 era el espejo de telescopio más grande volado al espacio. Posteriormente produjo espejos y soportes ópticos para Rosetta, Gaia, y James Webb.